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Polvo de estrellas en el Ártico: la clave para descifrar el pasado y futuro del hielo marino

En un innovador estudio que combina cosmoquímica y paleoclimatología, un equipo de la Universidad de Washington ha desarrollado un método revolucionario para rastrear la evolución del hielo marino del Ártico durante los últimos 30 mil años. La investigación, publicada en la revista Science, se basa en el análisis de polvo cósmico -minúsculas partículas originadas en explosiones estelares y colisiones de cometas- preservado en los sedimentos del fondo marino ártico. Este enfoque proporciona una ventana sin precedentes al pasado climático de la región, mucho antes de que comenzaran los registros satelitales en 1979.

La premisa fundamental del estudio reside en una relación inversa sorprendentemente consistente: cuando el polvo cósmico escasea en los sedimentos marinos, el hielo ha sido abundante, y cuando estas partículas extraterrestres aparecen en cantidad, indica periodos de abiertas extensiones de agua. La explicación es elegante en su simplicidad – el hielo marino permanente actúa como una barrera efectiva, impidiendo que el polvo cósmico alcance el fondo oceánico, mientras que las aguas libres de hielo permiten su deposición continua.

Frankie Pavia, profesor asistente de oceanografía y líder del estudio, comparó el desafío analítico con «buscar una aguja en un pajar», refiriéndose a la dificultad de identificar las minúsculas partículas de polvo cósmico entre la abrumadora abundancia de sedimentos terrestres. El equipo superó este obstáculo utilizando como marcador una forma poco común de helio, el helio-3, que sirve como firma química distintiva del material extraterrestre.

El análisis de núcleos sedimentarios de tres ubicaciones estratégicas -cerca del Polo Norte, en el límite del hielo en septiembre, y en una zona de deshielo estacional- reveló patrones consistentes a lo largo de milenios. Durante el último máximo glacial, hace aproximadamente 20 mil años, la virtual ausencia de polvo cósmico en los sedimentos confirmó la presencia de una extensa capa de hielo permanente. A medida que el planeta comenzó a calentarse y el hielo retrocedió, el polvo cósmico reapareció progresivamente en el registro sedimentario.

La investigación también estableció una conexión crucial entre la cobertura de hielo y la dinámica de los ecosistemas marinos. Mediante el análisis químico de conchas de foraminíferos -organismos microscópicos que consumen nitrógeno- los científicos determinaron que el consumo de nutrientes alcanza su máximo durante periodos de menor cobertura de hielo. «A medida que el hielo disminuya en el futuro, prevemos un mayor consumo de nutrientes por parte del fitoplancton en el Ártico, lo que tendrá consecuencias para toda la cadena alimentaria», señaló Pavia.

Este hallazgo adquiere especial relevancia considerando que, según los registros satelitales, el hielo marino del Ártico ha experimentado una reducción superior al 42% desde 1979. El retroceso y adelgazamiento del hielo expone progresivamente mayores superficies de agua a la radiación solar, intensificando la absorción de calor y creando un ciclo de retroalimentación que acelera aún más la pérdida de hielo.

Los modelos climáticos proyectan que el Ártico podría enfrentar veranos completamente libres de hielo en las próximas décadas, aunque las consecuencias globales de este fenómeno aún no se comprenden completamente. La metodología desarrollada por el equipo de la Universidad de Washington no solo permite reconstruir el pasado, sino que ofrece una herramienta invaluable para refinar las proyecciones futuras y comprender las implicaciones ecológicas de esta transformación sin precedentes.

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